jueves, 31 de julio de 2008

El Entorno

Chiapas me entró por los sentidos. Los olores se mezclaban frente a coloridos escenarios de mercados abarrotados de especies vegetales, algunas que ni siquiera conocía, como el huach o huachin, una vaina que cubría pepitas de color verde con intenso sabor. La burda tela tejida de los chamulas de ruda textura, se podía tolerar debido al frío del viento de la montaña. La dulzura de la dicción tzotzil, hacía parecerse a un canto más que al habla cotidiana. El trabajo me permitió conocer la mayoría de los pueblos de los Altos de Chiapas, zoques, lacandones, tzotziles, tzeltales, choles y tojolabales. Llegar a los municipios y parajes en época de lluvia era casi imposible y generalmente iba sola por caminos lodosos y eso me permitía apreciar la naturaleza y convivir con los pueblos. Para mí la pobreza no era la marca de sus vidas, sino la impotencia de verse relegados a las tierras más difíciles de cultivar. Los ranchos de los "caxlanes" (nombre que los indígenas dan a los mestizos y blancos) ocupaban las tierras más bastas en las llanuras mientras que ellos se mantenían en las laderas de las montañas, cuando no en el pequeño espacio del pico de los cerros.

Su forma de vida fue allanada y proscritas sus costumbres y su organización social y sin embargo la resistencia al cambio, después de siglos se mantenía vigente. No quedaba de otra o eras paria en una sociedad que discriminaba al indígena o te mantenías en tu núcleo intentando sobrevivir en los pocos espacios que te dejaban. Ahí entendí lo que muchas veces decía mi abuela cuando campeaba en alguien el cinismo, "es un indio ladino", decía. Ladino es aquel que ha tomado de los caxlanes lo peor y lo ha puesto en su parte más negra india. Un ser así campeaba en con ínfulas de poder, frente a las frágiles creencias de la mayoría del poblado. Así nació la terrible matanza en el paraje de Tzacucum en el municipio de Chalchihuitán.

Abril, 1983. Pobladores del paraje de Tzacucum llegan a las autoridades de Asuntos Indígenas en Chiapas a denunciar la quema del poblado por las autoridades municipales de Chalchihuitán. No se puede llegar por carretera y deciden acceder por helicóptero para corroborar el más triste episodio. Cadáveres calcinados de mujeres, niños y ancianos enmedio de un desolado poblado entre cenizas. Al preguntar a las autoridades municipales respondieron -"fueron los grupos de comunistas que trabajan por la zona". Frase pactada por el cacique quien manejaba al presidente municipal. Cada domingo hacía bajar de sus parajes a los pobladores para pedirles dinero para realizar asuntos pendientes en la capital del estado. Reuniones interminables en donde no comían, ni bebían ni tenían permiso de retirarse del lugar. En Tzacucum decidieron un infeliz domingo no asistir a la reunión y en respuesta las autoridades municipales por la noche e inadvertidos para la población decidieron prender fuego a las viviendas. Nunca les vi derramar una lágrima, nunca escuché una queja. El cuerpo erguido, la cabeza altiva y un cúmulo de orgullo y de rabia en el corazón.

Chiapas en mi memoria

Chiapas en mi memoria me llena de indignación. La belleza del paisaje contrastaba con la miseria de los indígenas y la soberbia de los "coletos" (gentilicio de los no indígenas nacidos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas)
Encontré trabajo en la Subsecretaría de Asuntos Indígenas y comencé a participar en una organización política con tendencia maoísta, que en palabras sencillas y llanas era simplemente analizar las condiciones de vida de los habitantes marginados por la pobreza a través de la participación activa de todos sus integrantes, nuestra labor era ayudar a organizar la información y exponer alternativas junto con ellos para crear posibilidades de cambio. Mi trabajo y la participación política eran complementarias.
Al llegar vivimos con una familia que nos rentó un cuarto. La casa solo tenía una sola toma de agua, de donde tenía que sacar agua para lavar pañales, bañarme, llevar una cubeta al escusado, lavar las cacerolas, etc. Solo había llevado nuestras ropas y una cunita plegable, compramos un colchón que pusimos en el suelo e intenté acomodarme a mi nueva situación. El padre de mi hija trabajaba todo el día y tres noches a la semana, diría yo que lo conocía poco, casi no estaba y verdaderamente no se si era una bendición o realmente una carencia. Sin embargo, frente al panorma de miseria, mis propias carencias eran insignificantes. Supongo que el dolor de la adaptación lo apagué con coraje por cambiar las cosas y no precisamente las mías, que estaban lejos de acercarse minimamente a lo que esperaba. El entorno me envolvió.

miércoles, 30 de julio de 2008

La Universidad

Entrar a la Universidad, realmente significó un cambio de vida y de visión de vida. Recuerdo haber entrado en un momento de vulnerabilidad y fragil salud, tal vez eso me ayudó a socavar mi soberbia e irme integrando poco a poco. Recuerdo ese tiempo como de perpetua perplejidad. Todo aquello que había establecido como seguro, se iba derrumbando poco a poco. Era como si siempre me hubieran engañado. La vida estaba ahí, al alcance de mi mano y yo me había mantenido a resguardo en una burbuja ficticia. Afortunadamente encontré una mano amiga, alguien tan vulnerable como yo que a la vez estaba descubriendo ese mundo del que habíamos sido arrancados por manos piadosas, monjas, sacerdotes, desamores y familias protectoras. Con él llené todas las expectativas, conocer, aprender, argumentar, comprender y viajar por mi país, pueblar, descubrir las artesanías como verdadero arte y expresión de la sensibilidad de un pueblo, tomar cafés en las plazas frente a catedral y con los ojos en las últimas noticias que comentábamos con un sentido del humor que solo pertenecía a nuestra muy especial relación.
Ahí por primera vez vi canalizada mi rebeldía en las lecturas. Me encontré con palabras como explotación, lucha de clases, contradicción, dialéctica, cambio revolucionario y conciencia social. Continuaba en la postura de la burguesía sin incomodarme y los revolucionarios de mochila, greñudos y del CCH, comenzaban a aceptarme a pesar de tacharme de "aprendiz de burguesa" De nuevo, como cuando comencé a dar clases, me sentaba bien el papel. Era mayor que la mayoría y esa era una ventaja para no caer en provocaciones inútiles.
Al terminar la Universidad terminó también mi relación con el salvador del momento, en el inter había entendido que había una fascinación de mi parte por el campo mexicano, su cultura, tradición y forma de vida. Me dicidí por la Sociología Rural, de la misma manera que decidí casarme para acallar las voces que me exigían definiciones. ¿Que especialidad vas a tomar? ¿no te vas a casar? ¿no piensas tener hijos? etc.
Definida al fin, entré al mundo adulto estrenándome como madre y mudándome a la "provincia" mexicana. El marido tendría que hacer su servicio en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y hacia ya nos dirigimos y ese si que fue un cambio importante. Todo lo anterior sonaba a juego ante la ingente realidad incontrolable de mi vida. Al mismo tiempo que tenía que adaptarme a la cotidianidad con una hija, tenía que buscar como sostenernos económicamente y así fue como pensé poner en práctica "la sociología rural", que de nada me sirvió, pero entré en la fantasmagórica alegoría de la idiosincrasia del indio mexicano.

Del por qué

Cuando terminé la secundaria, tenía un enorme miedo a entrar a la preparatoria, pensaba que ya había hecho suficiente con llegar a la secundaria, desde luego, ni pensar en la Universidad, en realidad no tengo idea ni conciencia de qué es lo que quería en aquel momento, solo recuerdo a mi padre diciendo que pensara bien lo que quería estudiar, porque a mi hermano le iban a costear una carrera larga (medicina) y que si yo me decidía por una carrera corta eso es todo lo que tendría, en aquel momento no me preocupó y mi madre me convenció que estudiara para maestra, según ella había varias ventajas, la primera seguiría con las mismas monjas que me educaron, era una carrera de mujeres y además las maestras tenían muchas vacaciones y mucho tiempo para dedicar a su familia. Tomé el camino fácil y me inscribieron a la normal que dependía de la escuela a donde había ido desde Jardín de Infantes.
Durante ese año la hormonas no me ayudaron mucho, de haber sido una niña inadvertida, miedosa y tímida, me convertí en una verdadera rebelde contestataria y rovoltosa adolescente. Las monjas sorprendidas llamaron varias veces a mis padres. Mi madre se avergonzaba y a mi padre ni le sorprendía ni le preocupaba y alentaba mi rebeldía. Mi padre y yo estuvimos de acuerdo en que debería de romper con las monjas y buscar otros horizontes, así que terminado el año y decidida a no volver, mi madre me inscribió a una escuela para maestras de Jardín de Niños, cuya ventaja era que estaba muy cerca de casa. Realmente no me gustaba mucho, me sentía retardada con la clase de cantos y juegos en donde teníamos que cantar rondas y tonterías de esas, pero me divertía la clase de baile, me burlaba de las clases de psicología, pero me subyugaba la clase de filosofía. Ahí hice nuevas amigas y comenzamos a salir con chicos, una de ellas tenía coche y era tan inquieta y curiosa como yo en lo que se refería a la filosofía y al arte. Conocí la "Zona Rosa", el museo de Frida Kalho y me adentré en el café de Toulusse Lautrec. Argumentábamos todo y desafíabamos todas las normas y reglas. Eramos una flecha al viento y creo que mi memoria guarda esos recuerdos con particular alegría. Un año antes de terminar la carrera de educadora, comencé a trabajar en un Jardín de Niños en donde tuve que enseñar a 18 niños a leer y escribir. Era al fin la Miss y el papel me gustó, lo disfruté, sobre todo los momentos en que batallaba conmigo misma para aceptar totalmente a aquellos niños que particularmente me caían mal y que al final terminaban siendo mis mejores aliados.
Al terminar la carrera la curiosidad por el conocimiento en humanidades era más importante y no creyendo tener otra salida más que la especialidad en educación, me inscribí, solo para seguir estudiando a la "Normal para niños ciegos" que curiosamente también disfruté, tenía particular debilidad y empatía por los ciegos sin sentir compasión por ellos. Teníamos generalmente una buena comunicación entre nosotros, era como si comprendiera perfectamente su estado y sin consideraciones "especiales" por su condición nos acompañáramos mutuamente. Simplemente era ser sus ojos, cuando ellos tenían tantas habilidades admirables.
Después comprendía que debía de continuar estudiando y para ello necesitaría la preparatoria y ya sin miedo entré a cursarla para prepararme e ir a la Universidad, aún sin saber que estudiaría. El trabajo con los niños y el estudio resultaba apasionante y con poco tiempo de distracción.
Mi amiga Magos y yo, niñas educadas con monjas al fin, decidimos que necesitábamos entrar a la UNAM, para darnos un baño de pueblo, ella eligió letras francesas y a mí me gustaba filosofía particularmente las matrículas de geografía, pero mis padres terminaron por convencerme de que moriría de hambre estudiando filosofía, así que decidí por materias y resultó ser la Sociología la más cercana a mis intereses, igual tampoco me haría rica, pero como ellos desconocían el campo de trabajo lo aceptaron sin chistar y se comenzaron a acostumbrar a verme como "la oveja negra" que estaba más loca que una cabra. Decidida como estaba, entré a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM. Desde luego con la advertencia de mi padre, mis estudios los pagué yo con mis trabajos como maestra y desde luego era para lo único que me alcanzaba. Desde entonces quería independizarme económicamente. Nunca he podido, pero eso es otra historia.

lunes, 28 de julio de 2008

Volvida


Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno
son las mismas que alumbraron con sus palidos reflejos hondas horas de dolor y aunque no quize el regreso siempre se vuelve a su primer amor
la quieta calle, donde el eco dijo tuya es mi vida, tuyo es mi querer bajo el burlon, mirar de las estrellas que con indiferencia, hoy me ven volver
Volver con la frente marchita las nieves del tiempo, platearon mi sien sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada que febril la mirada errante en la sombras te busca y te nombra Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no ha de volver.
Tengo miedo el encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan mi sufrir pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar mas el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusion Cual escondida la esperanza humilde es toda la fortuna de mi corazon.

Joder, no cabe duda que estoy vieja, mira que a estas alturas me conmueva Gardel... es un caso pa'la araña.
Pero sí he vuelto y conmigo los recuerdos de momentos ya vividos de manera diferente.
Más de veinte años de andar en la lucha social, cuánto hemos aprendido y cuánto hemos dejado en el camino, pero pareciera que la experiencia no sirve de mucho y escucho mi voz interna que no hace eco y entonces todo queda en la esperanza que dentro de tres años, nos volveremos a encontrar.

miércoles, 23 de julio de 2008

Construyendo un Sueño

¿Cómo se contruye un sueño? Las preguntas siempre son importantes, aunque también el instinto cuenta. Cuando nacemos no preguntamos ¿cómo se come aquí?
Pero los sueños ¿para qué sirven? ¿de dónde vienen?
Buscando, me encontré el ATRAPASUEÑOS, que nombre inquietante, atrapa los sueños. ¿Por qué los atrapa? Desde luego que seguí buscando, entreteniendo la gripe y matando el tiempo mientras el bicho que traigo en los pulmones se muere. Descubrí que es una creencia ojibwe de los siux y proviene de una leyenda en donde Iktomi, el gran bromista de la naturaleza, se le aparece en forma de araña a un viejo sabio de la tribu y utilizando ramas y plumas comienza a hablar de la vida con el viejo mientras tejía. Hablaron de los círculos de la vida, de cómo empezamos la existencia como bebés y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, para llegar finalmente a la vejez, cuando debemos volver a cuidar de los bebés, completando así el círculo. ¡Vaya pensé! - cría que cuando viejos nos cuidaban como bebés, oh desilución, ahora resulta que nos toca cuidar bebés.Es curioso como todos en el fondo creamos y creemos lo mismo. Ken Wilbert nos hablaba de esta filosofía perenne, en donde todas las religiones hablan de lo mismo. El atrapasueños me recuerda los mandalas en los orientales, las cruces celtas, los círculos de vida, la red de indra del Sutra Avatamsaka, de cuyo significado hablaré un día porque es otro tema subyugante y que se relaciona con el perfecto tejido de Márgara la araña (jajaja) ¿Por qué tendré tantas telarañas en la cabeza? y digo, ¿será la primera vez o desde siempre fue así y ahora lo estoy notando?
En fin el tema hoy es el atrapasueños precisamente porque atrapa los sueños y yo estoy buscando uno, que se me han perdido los sueños y hoy no sé hilar ni las simples letras en este espacio.

martes, 22 de julio de 2008

Márgara la araña (cuento para niños)

Márgara Araña decidió hacer su casa entre dos grandes ramas de dos arbustos que se encontraban a los lados del viejo camino al río. Con un nudito aquí y otro allá, logró recrear una gran casa y se sentó a esperar que algún incauto insecto osara posarse sobre su bien tejida tela.
Don Pedro Cabañas, sin percatarse de la diminuta Márgara araña pasó como una ráfaga de viento por el camino, destruyendo totalmente la maravillosa tela, que a ella tanto trabajo le había costado hacer y sin querer se llevó en su sombrero a la pobre Márgara araña que con cada lento paso de Don Pedro intentaba sostenerse para no caer en el vacío.

Cuando Don Pedro retornó a su cabaña, dejó su sombrero en el perchero y se dispuso a hacer su cena para dormir.
Márgara araña, al fin segura en el perchero no dudó en volver a hacer su casa y comenzó rápidamente con su tarea.

Durante toda la noche Márgara tejió con lujo de detalles una hermosa telaraña que era bien visible en el gastado sombrero.
Cuando comenzaron los primeros rayos del sol a entrar por la ventana, Márgara araña buscó un rinconcito oscuro donde poder descansar después de haber terminado con su labor. Justo a esa misma hora Don Pedro se desperezaba para comenzar sus labores del día

Después de asearse y acicalarse para salir, fue al perchero por su sombrero y cuando vio la telaraña cubriendo gran parte del ala se dijo, limpiando de un golpe la hermosa casita de Márgara.
- Parece que hace tiempo no salgo, iré a dar una vuelta por ahí. Se marchó contento a dar una vuelta por el pueblo y saludó a sus amigos.
Márgara Araña mientras tanto salió de su escondite y con sorpresa vio que su tela tan bien zurcida no estaba. Paseó por toda la casa buscando su hermoso tejido. Cansada al fin se quedó sentada en el perchero justo cuando entraba Don Pedro y se quitaba el sombrero. Márgara creyendo reconocer el lugar en donde había tejido su tela dio un salto mortal hacia la cabeza de Don Pedro en donde se alojó y se agarró con todas sus fuerzas a sus grises cabellos. Desgraciadamente el sombrero fue a parar al perchero y la araña en la cabeza de Don Pedro.

Llegó la hora de dormir y Márgara araña aún estaba en la gris cabellera de Don Pedro y con toda paciencia fue desde la punta del más fino cabello hasta los pies de tan mullida cama.

De la misma manera que el día anterior el sol entró por la ventana y Márgara Araña volvió a buscar un lugar húmedo y oscuro para descansar, Don Pedro, sorprendido encontró la telaraña cubriendo su cama y se dijo:
- Creo que he dormido demasiado estos días es hora de hacer limpieza en la casa.
Ni tardo ni perezoso, tomó los instrumentos de limpieza y comenzando con la escoba empezó a barrer.
Márgara araña escuchó y vio pasar por sobre sus narices no menos de veinte veces las picudas barbillas de la escoba.
Ya despierta del todo, se fue a un rincón de la cocina y a toda prisa tejió una tela que le serviría de cobijo y escondite a tan tremenda intromisión a su descanso.
Cuando apenas terminaba con su labor, don Pedro se disponía echarle agua al balde para trapear, cuando se encontró la enorme telaraña que Márgara había tejido y con la escoba la deshizo en un instante y dijo:


- ¡Caramba! Parece que realmente le hacía falta la limpieza a esta casa.
Y continuó canturreando y limpiando.

Márgara no salía de su asombro. Pero comenzó a comprender que sus telarañas tan bien hechas tenían algo que ver con el actuar del viejo Don Pedro. No sabía cómo había llegado ahí, pero realmente tenía hambre, estaba cansada y necesitaba aire, así que sin pensarlo dos veces, de un brinco saltó por la ventana para caer justo en un arbusto de grandes hojas.
Se sintió tranquila y a sus anchas y aún cansada como estaba decidió tejer otra gran telaraña esperando que ahora sí alguien con alas y medio descuidado cayera al fin para poder almorzar a gusto. En esos menesteres andaba, cuando de repente un tremendo aguacero comenzó a caer, Márgara no se detuvo y siguió con su labor. Al final salió el sol, exhausta decidió
tomar un descanso y se extendió cuan larga era sobre su creación, esperando que el sol secara sus húmedas patitas.
Mientras tanto Don Pedro Cabañas, terminaba de asear toda su casita y contento se disponía a dar una vuelta a mirar el río, pero esta vez a su paso vio a un lado del camino una enorme telaraña que resplandecía de colores como el arco iris, por el reflejo del sol en las gotas retenidas y en medio a Márgara araña extendida. Asombrado detuvo su paso y miró con asombro cómo tan pequeño animalito lograba hacer una tela tan resistente y hermosa.


- Que tengas un buen día arañita- le dijo con mucho regocijo y siguió su camino pensando que justamente por las telarañas, había ido al pueblo a saludar a su amigos y había limpiado su casa, se sentía feliz y cantando siguió su camino al río, solo que ahora sin telarañas en la cabeza. Cada quien hace lo que mejor sabe hacer.

Miss Cachivaches junio 2008

sábado, 19 de julio de 2008

Enferma

Como supuse, todo mi absurdo malestar era causada por esta gripe horrible que me mantiene en cama. Menos mal, pensé que me estaba volviendo Emo, aunque he de confesar que esa etapa suicida me sienta bien, pero no me gustan los flecos ni la combinación del negro y el rosa.

Ahora simplemente queda esperar a que esta enfermedad no dure mucho. ¿la de mi faceta emo o la de la gripa?


Por lo demás Escorpiona y respondiendo a tu comentario, me gusta la soledad y la melancolía, no como autoflagelo, sino como una forma de estar en casa con uno mismo.

viernes, 18 de julio de 2008

Dedicado a los Emos (casi me mato baby)


Hace días que nada me motiva ni me mueve, simplemente estoy y este dibujo de Juan Carlos Miraglia me motivó. No estoy triste, no tengo enojo, no estoy melancólica, simplemente estoy... con una fuerte gripe ¿será por eso? En fin... Estas letras prometí a una amiga dedicarla a los Emos y así será.
¿Que hay en tu mirada dulce muerte que me llamas a seguirte y regodearme en tu sombra? ¿Es acaso el amor vagamente doloroso y espacioso para morir bajo su manto profundo? Preguntas típicas de Emos, mueren da amor y uno muere de aburrimiento de leer las misma frases trilladas y hechas, figuras llenas de lugares comunes. Me pregunto ¿que tendremos los ancianos que no entendemos el lenguaje de esos jovenes que a gritos piden ayuda? Porque pareciera que la piden, pero en realidad no es así. Más parece una llamada de atención, la única que han encontrado para ligarse a otros. Ellos sienten que son profundos a su manera y ¿realmente no entendemos su profundidad? Me causan intriga pero cada vez que he intentado acercarme más hacia sus expresiones me llena la sensación de superficialidad y de pose. Diferente diría yo que el movimiento de "nocturnos" darkeanos, por quienes claramente tengo preferencia, entiendo que estan muertos en vida y lo entiendo porque en realidad poco caso hacemos a la juventud excepto exigirles un éxito absoluto y si vemos el parámetro de éxito por la televisión, entonces entenderemos porque se sienten descartados y muertos desde antes de estar en la contienda.
Bueno, como decía en un principio "muero porque no muero" Espero que esta gripa se declare del todo antes de terminar con mis pocas ganas de vivir. Lo único que puedo decir en este momento es que cualquier Emo se quedaría cortito al lado de lo que hoy pudiera escribir y aún así no me conmueven. Pero me vuelvo a preguntar y preguntar que es lo más seguro que hoy tengo: preguntas ¿Porqué me conmueve tanto este cuadro de Miraglia.

jueves, 17 de julio de 2008

En la vida



Husmeando en la red, me encontré con esta mujer Victoria Francés, que seguramente muchos ya conocen, exitosa como ilustradora. Hay algo en ella de fascinación y de mentira, pero me encantó. He hecho también unas cartas de tarot. Este cuadro en especial me encantó porque en este momento me identifico con él. Me siento dolida, asustada, en el frío ambiente y perseguida por mis propias sombras. Tal vez lo único que faltaría es volverme de piedra.

martes, 15 de julio de 2008

Los límites


Francamente me encuentro al borde de la locura, extraño los días festivos, en que en mi soledad, podía dedicarme todo el día a recorrer en la red la peculiaridades cotidianas del medio, en que con desenfado podía escribir o leer cualquier cosa. Hoy me encuentro atrapada entre mi rol de madre y aunque madre "solo hay una", pareciera ser que yo he tomado todo el rol para mi solita. No solo me preocupo y ocupo mi tiempo en ver como puedo facilitar la vida de mis hijas, sino de todo el mundo, nadie me lo ha pedido ni nadie me obliga a responder a cada uno de los requerimentos y necesidades de los seres que pululan a mi alrededor, pero siempre acabo haciéndome la misma pregunta ¿que necesita y como se lo puedo dar? Esa verdaderamente no es vida, tal vez lo que suceda es que no tengo una vida propia y suelo apropiarme de la de los demás. Por supuesto que hay frustración, tristeza y un enorme coraje contenido. Sabrá el mundo y todas las energías planetarias que lo componen porqué precisamente he decidido hacerme la gran madre mundial, de lo único que puedo estar segura es decirles que por lo pronto y muy a lo mexicano: .

domingo, 6 de julio de 2008

Volver a los pasos andados

Debí de haberle hecho caso a mi intuición, pero mi inseguridad me gana siempre, así que recorrí 23 kilómetros de más. Llevaba prisa y un completo vacío en el estómago, me mataba la ansiedad, tenía el terrible presentimiento que estábamos siendo engañados. El evento comenzaba a las cinco y ya pasaban de las cinco. Dimos dinero para ese evento y por alguna extraña razón podía asegurar que no se había hecho nada, por eso aunque no pensaba ir, salí apresurada a cerciorarme y claro erré el camino.

Di vuelta después de preguntar y mi mente comenzó a soltarse en el camino, ¿porqué tenía que ir yo? Nada más alejado de mis intereses en ese momento. Pensé en el personaje al que hacíamos la recepción, me imaginé heroína al encontrarlo muerto a media carretera, sería más útil, tendríamos un mártir y probablemente recuperaría dignidad ante mis ojos. Recordaba otros tiempos en que hice mil circos para hacer yo misma la recepción y que todo estuviera bajo control. Hoy no era el control lo que me llevaba, era la idea de ser engañada y peor aún el sentirme obligada a responder por ello, parecía manda o peor aún una tarea escolar en escuela de monjas.

Comenzó a llover a mares, el cielo parecía una sola masa negruzca sobre mi cabeza y encima del carro. Vaya día, todo se ponía en contra, parecía que algo me alejaba de Sotuta. El camino no era nada seguro y además todo era tan lejos. Recordé las miles de veces que fui en otros tiempos a Sotuta, pueblo con fama de bravos en donde se desencadenó la última rebelión indígena de Nachi Cocom. Recorría yo esos caminos una vez por semana y junto con las mujeres hacíamos reuniones en los bajos de la presidencia o de la casa ejidal. Ahora comprendo a quienes decían admirar mi valor y coraje al ir sola.

Recordé que lo hacía con verdadera alegría y tal vez por eso no sentía la lejanía. La lluvia amainó y cuando comenzó a clarear reconocí los paisajes. La carretera tan estrecha y llena de lomas. Recordé a las miles de mariposas amarillas y las tarántulas cruzando por el pavimento gris. ¡Cuánta historia ahí! y yo de regreso.

Cuando llegué ya no había nada, pregunté y me dijeron que se acababan de ir hacía media hora y de nuevo enfilé hacia la carretera a seguirlos y buscar respuestas. Pasé por Tabi, casi sin reconocerlo, el pueblo había crecido, habían puesto una nueva carretera que les daba salida a Yaxcabá. Tenía ganas de bajar y llorar y gritar. Cuando por primera vez llegué a Tabi, era un pueblo olvidado y muy pobre que lo único que tenía eran necesidades. Ahí se juntaban cerca de 100 mujeres con la esperanza de una ayuda y siempre era poca y me dolían. No me dolía tanto su pobreza externa, sino la pobreza de recursos que tenían para solucionar hasta el más pequeño detalle. Era como si el mundo, desde muy chicas las hubiera atropellado y las mantuviera como muertas en vida. Sin embargo, los momentos en que estábamos juntas reíamos y dibujábamos el porvenir. No era mucho, pero a mí me bastaba. Pasé sin detenerme.

Llegué a Yaxcabá y ahí encontré al "invitado de honor", justo en el momento en que se iban, alcancé a saludar a la comitiva. De camino al carro me topé de frente a él. Comprendí entonces porqué era "EL INVITADO", lo saludé y emprendí mi regreso agradecida de haber vuelto a recorrer los caminos tantas veces andados y encontrar la razón de hacerlo.

jueves, 3 de julio de 2008

Suelo ser tonta, pero divertida.

Es curioso lo difícil que es enfocar la verdadera fuente del enojo, la ira, la reacción, o como se le quiera llamar. Lo noto, cuando sin razón aparente comienzo a hablar atropelladamente (casi siempre, por cierto) y me queda esa sensación de haber subido a la montaña rusa. El estómago se contrae, pierdo la noción del espacio en donde estoy, solo queda el impulso de seguir caminando y gritar. Llega el momento en que necesariamente me tengo que dar una explicación de lo que ha pasado e inmediatamente tiendo a culpar al otro, el que sea, pero el que verdaderamente se siente triste es mi propio ego. ¿Cómo se les ocurre hacerme esto a mi? Dentro de la tristeza no cabe nada más, si con la ira se contrajeron todos mis músculos con la tristeza tienden a ser torpes y relajados y si de algún modo puedo llegar a un refugio, toda esa tensión se convierte en llanto. Pero me pregunto ¿quien soy yo? ¿de qué o de quien me defiendo? Quien carajos en última instancia es MI, cuando me pregunto tan airadamente ¿como se atreven a hacerme esto a mi? Ahí, justamente ahi es cuando comienza la verdadera batalla. Es descubrir el MI, el ego, el yo.
El ego puede permitirme, y de hecho lo hace, que me considere altanera, distante, superficial, insensible, desapegada o desesperada, pero no me permite darme cuenta que en realidad tengo miedo. Minimizar mi miedo, pero no deshacerlo, es el empeño constante de mi ego.

El Ego debe ser amado, conocido y después olvidado.

La Unidad no se alcanza destruyendo el Yo, sinó transformándolo después de aceptarlo.