jueves, 24 de abril de 2008

La casa de los zapatos

Hace muchos años, hubo una vez un italiano, que salió de su tierra para llegar a la Isla de Cuba, ahí, los hermosos ojos de una caribeña lo embrujaron y partió con ella a las inóspitas tierras en el Norte de México. Cruzando el desierto entre cuatro enormes cerros, encontró la tierra ideal para plantar viñedos. Entre el trajín del trabajo y las tribulaciones cotidianas, nació Italacubana, a quienes todos conocieron como Licha. Fue creciendo con las uvas hasta formar parte de una gran familia de vitivinicultores. Doña Licha atesoró los zapatos de la familia, no los limpiaba, ni los guardaba, hablaba con ellos y entusismada decició darles vida plantando en cada uno de ellos los cactus y flores del desierto que la envolvía. No hace mucho que partió de este mundo no sin antes dejar una huella imborrable en el tiempo. Los zapatos, sus entrañables compañeros quedaron plantados en el jardín de la que fuera su casa y hoy es una curiosidad más en el recorrido obligado de la ruta del Desierto en el estado de Coahuila en México.