jueves, 19 de junio de 2008

Homenaje a Guadalupe Amor

Esta es la Pita, octogenaria, quebrada pero no vencida que terminó viviendo sola con miles de gatos y al cabo del tiempo perdía la cordura, pero nunca el gusto por mostrarse orgullosa. Mujer inaguantable para muchos, tal vez por su propia genialidad, fue la primera esposa de Octavio Paz y la más irreverente poeta. Pintada por Diego Rivera y venerada en los círculos intelectuales, por muchos años vivió en Francia, época de oro para los subrealistas y bohemios de post-guerra.


Hablo de Dios, como el ciego
que hablase de los colores,
e incurro en graves errores
cuando a definirlo llego.
De mi soberbia reniego,
porque tengo que aceptar
que no sabiendo mirar
es imposible entender.
¡Soy ciega y no puedo ver,
y quiero a dios abarcar...!

Texto muy adecuado para unos cuantos espirituales que me he encontrado y otros tantos astrólogos, pero sobre todo para decirme muy en secreto y al alma mía el oscuro secreto de la ausencia. ¡Soy ciega y no puedo ver...!

Regresemos a sus décimas


Oculto, ausente, baldío,
hermético, inalterable,
asfixiante, invulnerable,
absorbente, extraño y frío,
así te siento, Dios mío,
cuando sola y angustiada
me consumo alucinada
por lograr mi plenitud,
rompiendo esta esclavitud
a la que estoy condenada.


Esta es la Pita en plenitud física, objeto del deseo, pero a la que nunca en su época se le tomó en serio, como a todas las mujeres, era solo un hermoso adorno que además gustaba de hacer poemas, como si esto fuera un adorno y no la sublime necesidad que ella sentía.
















Son las cuatro de la mañana

Nunca estoy dispuesta a ser vencida por una máquina, pero hoy después de una copa de vino, el cansancio venció a mi orgullo.
Algún día contaré como como el humano sufre con sus propias sombras y muchas veces ellas que parecen lo más oscuro del alma resultan ser el aliciente que te lleva a nuevas metas.
Curioso es que creamos que el hombre bueno se va al cielo, más bien creo que el hombre bueno, además de que no existe, quien lo intenta emular, suele ser flojo y sin motivaciones.
Vencida por el cansancio voy a la cama, no sin antes decir que hoy hubiera preferido hablar sobre mistisismo. Comprendo las razones del por qué el místico se oculta o prefiere gardarse sus experincias, extraño sería que lo entendieran en su perpetuo enamoramiento y sin embargo y sin quererlo alcancé hoy a descubrir una parte del misterio, justamente en la sombra del orgullo.
Bien dice Pita Amor:
Es la soberbia, Dios mío,
la que me está haciendo hablar,
¿por qué insisto en descifrar
el ser, la luz, lo sombrío?
Si sólo existe el vacío,
no es a mí a quien me toca
volver mi cabeza loca
tratando de entender todo.
Este orgullo de mi lodo
sólo con fe se sofoca.