martes, 22 de julio de 2008

Márgara la araña (cuento para niños)

Márgara Araña decidió hacer su casa entre dos grandes ramas de dos arbustos que se encontraban a los lados del viejo camino al río. Con un nudito aquí y otro allá, logró recrear una gran casa y se sentó a esperar que algún incauto insecto osara posarse sobre su bien tejida tela.
Don Pedro Cabañas, sin percatarse de la diminuta Márgara araña pasó como una ráfaga de viento por el camino, destruyendo totalmente la maravillosa tela, que a ella tanto trabajo le había costado hacer y sin querer se llevó en su sombrero a la pobre Márgara araña que con cada lento paso de Don Pedro intentaba sostenerse para no caer en el vacío.

Cuando Don Pedro retornó a su cabaña, dejó su sombrero en el perchero y se dispuso a hacer su cena para dormir.
Márgara araña, al fin segura en el perchero no dudó en volver a hacer su casa y comenzó rápidamente con su tarea.

Durante toda la noche Márgara tejió con lujo de detalles una hermosa telaraña que era bien visible en el gastado sombrero.
Cuando comenzaron los primeros rayos del sol a entrar por la ventana, Márgara araña buscó un rinconcito oscuro donde poder descansar después de haber terminado con su labor. Justo a esa misma hora Don Pedro se desperezaba para comenzar sus labores del día

Después de asearse y acicalarse para salir, fue al perchero por su sombrero y cuando vio la telaraña cubriendo gran parte del ala se dijo, limpiando de un golpe la hermosa casita de Márgara.
- Parece que hace tiempo no salgo, iré a dar una vuelta por ahí. Se marchó contento a dar una vuelta por el pueblo y saludó a sus amigos.
Márgara Araña mientras tanto salió de su escondite y con sorpresa vio que su tela tan bien zurcida no estaba. Paseó por toda la casa buscando su hermoso tejido. Cansada al fin se quedó sentada en el perchero justo cuando entraba Don Pedro y se quitaba el sombrero. Márgara creyendo reconocer el lugar en donde había tejido su tela dio un salto mortal hacia la cabeza de Don Pedro en donde se alojó y se agarró con todas sus fuerzas a sus grises cabellos. Desgraciadamente el sombrero fue a parar al perchero y la araña en la cabeza de Don Pedro.

Llegó la hora de dormir y Márgara araña aún estaba en la gris cabellera de Don Pedro y con toda paciencia fue desde la punta del más fino cabello hasta los pies de tan mullida cama.

De la misma manera que el día anterior el sol entró por la ventana y Márgara Araña volvió a buscar un lugar húmedo y oscuro para descansar, Don Pedro, sorprendido encontró la telaraña cubriendo su cama y se dijo:
- Creo que he dormido demasiado estos días es hora de hacer limpieza en la casa.
Ni tardo ni perezoso, tomó los instrumentos de limpieza y comenzando con la escoba empezó a barrer.
Márgara araña escuchó y vio pasar por sobre sus narices no menos de veinte veces las picudas barbillas de la escoba.
Ya despierta del todo, se fue a un rincón de la cocina y a toda prisa tejió una tela que le serviría de cobijo y escondite a tan tremenda intromisión a su descanso.
Cuando apenas terminaba con su labor, don Pedro se disponía echarle agua al balde para trapear, cuando se encontró la enorme telaraña que Márgara había tejido y con la escoba la deshizo en un instante y dijo:


- ¡Caramba! Parece que realmente le hacía falta la limpieza a esta casa.
Y continuó canturreando y limpiando.

Márgara no salía de su asombro. Pero comenzó a comprender que sus telarañas tan bien hechas tenían algo que ver con el actuar del viejo Don Pedro. No sabía cómo había llegado ahí, pero realmente tenía hambre, estaba cansada y necesitaba aire, así que sin pensarlo dos veces, de un brinco saltó por la ventana para caer justo en un arbusto de grandes hojas.
Se sintió tranquila y a sus anchas y aún cansada como estaba decidió tejer otra gran telaraña esperando que ahora sí alguien con alas y medio descuidado cayera al fin para poder almorzar a gusto. En esos menesteres andaba, cuando de repente un tremendo aguacero comenzó a caer, Márgara no se detuvo y siguió con su labor. Al final salió el sol, exhausta decidió
tomar un descanso y se extendió cuan larga era sobre su creación, esperando que el sol secara sus húmedas patitas.
Mientras tanto Don Pedro Cabañas, terminaba de asear toda su casita y contento se disponía a dar una vuelta a mirar el río, pero esta vez a su paso vio a un lado del camino una enorme telaraña que resplandecía de colores como el arco iris, por el reflejo del sol en las gotas retenidas y en medio a Márgara araña extendida. Asombrado detuvo su paso y miró con asombro cómo tan pequeño animalito lograba hacer una tela tan resistente y hermosa.


- Que tengas un buen día arañita- le dijo con mucho regocijo y siguió su camino pensando que justamente por las telarañas, había ido al pueblo a saludar a su amigos y había limpiado su casa, se sentía feliz y cantando siguió su camino al río, solo que ahora sin telarañas en la cabeza. Cada quien hace lo que mejor sabe hacer.

Miss Cachivaches junio 2008