martes, 12 de agosto de 2008

De nuevo en México


México puede ser una dulce confusión de los sentidos o el infierno más grande del que se tenga noticia, aún sigo valorando que podría ser más cercano a su descripción. Lo cierto es que en esta ocasión para mí fue la terrible realidad de haber perdido a mi padre.

Mi padre fue para mí, lo más cercano al amor total y desinteresado, sin querer idealizarlo, fue para mi un ser divertido, desenfadado ante la vida, expresivo, ingenioso y sobre todo consentidor conmigo y con mis hijas. Un abuelo total, que solo duró lo suficiente para tener a mi hija en sus brazos unos cuantos meses. La única diferencia que teníamos, él la solucionó con su partida. Su gran temor al casarme con un extranjero era que me fuera del país y cuando decidí irme, él se me adelantó.

Su muerte aceleró mis temores, mis inseguridades y me sentí terriblemente vulnerable. Aún así con dos hijas, una en brazos y otra dando pasitos junto a mí, me lancé a la aventura de dejar México detrás de mí y llegar a la jungla de concreto totalmente irreconocible para mí. La recepción por parte de mi familia fue "fría" y así se mantuvo todo el tiempo. Yo tenía que sacar valor para adaptarme sola a todo lo nuevo que vivía, más al hecho de ser madre por doble partida.

Vivir después de una dictadura, deja una ciudad enferma, desgastada, pero su belleza distorcionaba la realidad que al fin salió a flote con las intentonas de golpe de estado.

Tuvimos que salir de ahi, justo al año y no como dice la canción de la sirenita de mi ídolo Rigo Tovar, sino literalmente huyendo.

Solo recordar el miedo que me recorría me hace sentir impotente. Todo para mi era nuevo, nuevos códigos de conducta, nuevas formas de organización, nuevas caras y nuevos miedos y todo en eso en la absoluta soledad ¿con quien comentarlo? Afortunadamente existía una amiga, con la que podía gritar y refugiarme en mi horrible vulnerabilidad.

Siempre he tenido la dicha de contar con la mano de los amigos. Ellos han sido la mano que siempre me ha guiado en la oscuridad de mis indecisiones.
Si yo no hubiese ido con la idea de que tenía a alguien que se movería con soltura en un lugar minado para mí, tal vez podría decir que era una lugar idílico para vivir.
Creo que me acobardé, como todo en la vida, no me tengo la suficiente confianza para sostenerme por mí misma, esa es la verdad y eso me da mucha rabia, sobre todo porque lo que busco es la independencia y aprecio mi soledad y no poder mantenerme en ella sin un sostén es mi mas grande contradicción.