miércoles, 3 de septiembre de 2008

Refugio

Esto si que es curioso, muchas veces aquí o en otro espacio hablé sobre la necesidad enorme que tenía de un refugio. Alguna vez leí el libro de Marcela Serrano llamado Refugio para mujeres solas. Las escenas se desarrollaban en Guatemala, en la bella ciudad de Antigua.
Una mujer recibe por herencia una enorme finca en donde decide acomodar una casa como Refugio, para las mujeres que quieran ir a descansar. Descansar de un amor, descansar de la vida, descansar del trabajo agobiante... descansar. Durante un tiempo, me imaginé una cabaña, un hueco, un montículo, un cuarto, en donde yo pudiera poner tres cosas y disfrutar a placer de la contemplación. Contemplar el amanecer, el anochecer, escuchar la hierba crecer, simplemente estar. Con el tiempo mi realidad, me hizo repensar mis deseos. Mi vida diaria, mi cotidiano, aún exige más tiempo de trabajo interno y externo que de contemplación.
El Refugio, al fin fue quedando lejos, inalcanzable. Algunos dicen que todo lo que pidas te será concedido. Vaya que es cierto hoy tengo un Refugio, no el que pensaba, tal vez no el que esperaba, pero es un Refugio al fin y agradezco la pertinencia del evento.