domingo, 3 de mayo de 2009

Mi tranquilidad ante la influenza

Ahora que me he enterado de las aportaciones del Vaticano con las oraciones del Papa para las víctimas del nuevo virus que produce esta pandemia, puedo vivir tranquila. Joder, estaremos enfermos pero bendecido y por lo tanto redimidos de todo pecado.

Que la institución que ha clasificado los pecados en chiquitos y grandotes, en veniales y capitales, decida orar por nosotros los pecadores, da tranquilidad a mi vida. Lo que no entiendo es que pecadote tan grande hemos cometido los mexicanos para que además de tener un Secretario de Salud, retrasado mental, el mundo entero nos vea como el foco de contagio y nos separen como serpientes venenosas. ¿Será acaso porque el Secretario de Salud ha mostrado una total ignorancia con respecto a la situación que vivimos? y el pobre para sus males se llama José ANGEL, seguro el nombre le viene porque siempre estuvo en los cielos mientras que debiera estar en la escuela.

Aún recuerdo su cara de "ángel" cuando un periodista le preguntó si tenía a la mano las características socioeconómicas de quienes han adquirido la enfermedad y en todo caso su sequimiento. Desde luego el inocente no lo sabía, son simples ciudadanos que ni atención merecen, pero por eso salió al quite Santo Papa y ahora sí, el secretario Angel aunque aún no sepa ni donde estan los enfermos, estoy segura que todos les llegó la bendición papal y con eso me hacen los mandados los virus que pululan por aquí.

Solo me queda la duda ¿quien maldecirá a los bastardos que nos tratan como leprosos? Que los chinos, chinen a su chinona madre, al fin mi Angel guardian y encargado de la Salud en México, ni siquiera sabe quienes son los enfermos.