sábado, 4 de julio de 2009

Después de la lluvia

La lluvia siempre me es inspiradora, me invita a guardarme y tomarme un buen té caliente con chínguere, como diría mi abuela, que en buen cristiano sería con algo de alcohol.

Hoy llovió y me llovió, cuando digo "me" es que me tomó desprevenida. Hay días en que siento la humedad en los huesos y hay otros en que el cielo se cubre de nubes y ya comienzo a resguardarme interiormente. Hoy no pasó, ni lo uno ni lo otro. Simplemente empeñada en cambiar la configuración de mi blog, se me pasó el día. No pude resistirme al pajarraco azul y lo introduje y adopté dentro de mis cachivaches.

Cada verano me sorprenden los días lluviosos, como si cada año no pasara lo mismo. Pareciera que en mi, el concepto de verano, está asociado a las vacaciones soleadas y cuando la lluvia llega es casi un fenómeno sobrenatural que me complazco en contemplar y desear.

Después de la lluvia me viene esa sensación de un otro comienzo, como si todo se limpiara y quedara en ceros y es entonces cuando contemplar es conocer a través de una nueva mirada.