domingo, 14 de febrero de 2010

Y nos amábamos tanto

No cabría tanta historia y tanta vida en tan pequeño ciberespacio. Necesitaría la mar de los mares para llorar las alegrías que durante un lapaso pequeño de mi vida, pero glorioso sin duda, viví junto a los buscadores de huellas en la Historia.
Todos fuimos alumnos y amigos de Francisco Blanco Figueroa, que de manera fortuita nos juntó con el pretexto de realizar un Seminario de Historia de México.   Nunca pasamos de la historia pre-hispánica, que valga decirlo, me importaba un reverendo cacahuate.   Las piedras me hablaban poco, pero los paseos que hacíamos me llenaban de curiosidad.   Era como empinarse en el pozo del autoconocimiento.  Hoy solo puedo decir que nos reunimos, como antaño en la casa de Mónica Serna, atendidos de la mano de Tania, la bella conductora y puente para mantenernos al tanto entre nosotros.
    "Si algo aprendimos en esta era de dictadores y profetas, de carniceros y mesías, es que la verdad no existe, fue aniquilada en meio de promesas y palabras..."           Jorge Volpi en  El fin de la locuara.
Volver a verlos me llenó de juventud, a todos los sentí tan cercanos, tan sabios, tan iguales y tan distintos.
No se le puede pedir a una pescada como yo, que asimile tanta emoción en un solo episodio, pero quiero dejar aquí constancia de que el día de la amistad este año del 2010 lo festejé de la mejor manera posible, reuniéndome con mis más antiguos compañeros y cómplices en la Historia de Nuestro México, el íntimo el que nos atañe, el cotidiano y colorido que aún nos sostiene de perfecta manera.