martes, 17 de enero de 2012

Miss Soledades

Esta mi deseada soledad me está poniendo melancólica.  Creo que añoro las tardes con mi abuela, los juegos con mis hermanos, los no muy sabios consejos de mi madre y el inconmensurable amor que mi padre sentía por mi.
Si Donatelo, ser "adulto en plenitud" por no decir venerable anciana, pesa.  Cumpliré 60 años y hoy que fui con mi hija de 25 al Starbucks, el chico que atendía me preguntó si era mi nieta.  No me ofendió, le dije que si, de verdad podría ser mi nieta.  Mi cabello cano, mis adorables y permanentes arruga y mi andar pausado, me avisan que esa comezón constante por esperar de la vida, afortunadamente ha pasado.  Hoy, me dedico a disfrutar y a agradecer lo que tuve y lo que tengo.  Solo me hace falta algo muy difícil por hacer: Perdonar.  Y estoy en eso, pero cuesta tanto trabajo, tú como gato lo debes de saber, tal vez si fueras un perro podrías, pero un humano tiene de gato y de perro, el diablo y el ángel, el negro y el blanco, lo bueno y lo malo y el equilibrio no siempre se logra, pero cuando se trata de dejar atrás el ego y vivir en el aquí  y en el ahora, fracasamos muy fácilmente, aunque la vejez me ayuda, el miedo me vence, me paraliza y me defiendo, no se de qué.  Creo que a lo que más temo es a hacer el ridículo, depender de alguien, tener una enfermedad larga y dolorosa... etc.  Lo cual, si lo pienso, parecen tonterías.  Veamos; el ridículo lo he hecho muchas veces y no me ha matado ni me ha dolido.  No puedo escoger mi muerte ni las enfermedades, entonces ¿para que me preocupo?
Si lo sé Donatelo, los humanos somos complejos pero interesantes.  Dímelo tu, si no fuera así ni tu ni yo tendríamos esta conversación tan pendeja a las tres de la mañana.  Esperemos que el sueño nos despeje la mente y mañana hagamos cosas productivas, creativas y sobre todo divertidas y si no... igual: "We'll always have Paris"

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