martes, 24 de septiembre de 2024


Descubrir las tetelas

    Que no es lo mismo que mostrar las tetas, parece pero no, las descubrí (a las tetelas) un día bobeando en YouTube, en donde una mujer sube recetas "vegetarianas" para su hijo grandulón, que siempre se atraganta con los guisos de la madre y asegura que son exquisitos, en fin para todo da y hay en YouTube.  El cuento está que se me antojó hacerlas y hoy las hice, no pongo foto porque ya me las comí.
    Recuerdo haber hecho un cuaderno en especial para poner las recetas y dárselas a Fernanda que me había pedido que le hiciera la comida.   Entusiasmada, compré el cuaderno y comencé a escribir en "Notability", con una letra cursiva muy hermosa, con fotos de la familia, luego imprimía la página y la pegaba en el cuaderno, tenía una enorme ilusión de darle ese cuaderno a Fernanda y ¡Oh! desilusión, no hubo la respuesta que yo esperaba así que dejé de hacerlo.  Hoy queriendo retomar el cuaderno, me acordé que tengo 72 años, que me quedan pocos años de vida y que nadie se preocupará por ver mis cuadernos o de recoger mis objetos, que nada de eso tiene valor, de repente recordé este mi blog que desde luego tampoco nadie lee pero por lo menos tiene un espacio por unos años en la eterna nube del internet y en este blog justamente tengo un apartado de Miss Recetas, ¡Eureka! Aquí comenzaré a ponerlas y aquí sí me va a valer un pepino si alguien la lee o no ahí estarán para mí y el espacio internauta.
    Bueno a lo que te traje Chencha, como dicen en mi pueblo, las tetelas se hacen con harina de nixtamal  y ante de sacar la masa al comal, se les rellena de frijol, queso o lo que quieras y luego se dobla como si fuera un triángulo y se pone en el comal a esperar a que se cueza la masa.  Así de fácil.
    Bueno ya me dio hambre iré a hacerme un "Huevito verde", como decía mi abuela a los huevos que les ponía salcita verde al guisarlos y mi última tetela que me quedó, también hice la salsa verde en crudo, tomate verde, cilantro, cebolla y chile verde.
    Adorada abuela en mi siempre estas viva, nos reuniremos pronto y seremos la sombra que cobije a nuestros descendientes.
    
        

 



miércoles, 4 de septiembre de 2024

Aquiles - Wikipedia, la enciclopedia libre

 

El pastor Coridón ardía por el hermoso Alexis,
placer de su señor, pero sin esperanzas.

La Egloga II maldita de Virgilio



Alexis o el Tratado del inútil combate

Marguerite Yourcenar 1928

        No existe mayor angustia que mantener en secreto aquello que amas y condenas al mismo tiempo.  Saberse diferente en una sociedad punitiva y con "moralinas" hipócritas, es un infierno, para quien quiere encajar y no decepcionar a las expectativas de sus seres más cercanos.
    En esta maravillosa primera obra de Marguerite nos muestra, a través de una carta, el pesar de un marido, al confesar su orientación sexual a su esposa.  Sin embargo, Marguerite nunca escribe "sexo", solo habla del tormento de sentirse culpable ante algo que va más allá de la voluntad y que en definitiva ha perdido el combate.
    Ella revisa el texto en 1963, con el propósito de reeditarlo, sin embargo se da cuenta de que no hay nada que sacar "...el drama... continúa viviéndose y continuará sin duda haciéndolo mientras el mundo de las realidades sensuales siga cuajado de prohibiciones."  Dice ella en su prólogo.
    Pensé en decir que los tiempos han cambiado, pero sinceramente no lo creo, aún hay pertinencia en este maravilloso libro que nos muestra el tormento de Alexis y como siempre, la autora a través del escrutinio del autoconocimiento nos revela un personaje cuya culpa, lo obliga a juzgarse y al hacerlo nos juzga como humanidad.   
    "El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero: solo mas tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión."  Al final Alexis se salva a través precisamente de la compasión y el amor  así mismo, la compresión y la generosidad hacia la dulce compañía de su mujer.
    "Amiga mía, siempre te he creído capaz de comprender, lo que es más difícil que perdonar."
    Es un hermoso libro lleno de pasajes en donde uno tiene tiempo de detenerse y reflejarse, sino por la temática, si por el tratamiento de la culpa y el sentirse juzgado en una sociedad competitiva, en donde se espera de ti que seas y difícilmente aceptarte como eres.
    No es un libro para leer una anécdota o una historia, es un libro para reflexionar, para conmoverse y sentir pesar por los rechazos que hacemos y los que nos hacen, al final como bien escribe Marguerite a través de Alexis:
    "No sabiendo vivir según la moral ordinaria, trato, por lo menos, de estar de acuerdo con la mía.  Es en el momento en que uno rechaza todos los principios cuando conviene proveerse de escrúpulos" 
    Un libro inolvidable y una compañía invaluable.