martes, 11 de junio de 2024


6 de junio de 2024



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De lo tangible a lo intangible

O el no tener nada


Tengo 72 años y me siento como si acabara de nacer.  Todo es nuevo para mí; las calles ya no son las mismas que recorrí, la arquitectura urbana ha cambiado y en donde había un gran terreno baldío, hoy apareció un enorme edificio.              Cuando quiero pagar algo me dicen que pague a través de una aplicación, si voy al banco me dicen que hable por teléfono y la máquina del teléfono me envía a la página del banco al final no se sé si hablé con un humano o con inteligencia artificial programada para cada caso.
He tenido que pasar horas aprendiendo a usar la computadora y cómo conectarme a la red para pasar al teléfono celular y al iPad, entonces estaría en mis cuarentas, todo me parecía novedoso y maravilloso estar viviendo la revolución tecnológica.  
Aún recuerdo en mis treintas, haber enviado cartas a mis amigos y uno de ellos me decía que a través del internet podríamos escribirnos de manera inmediata sin esperar al cartero, en ese entonces me reí, pero me maravillaba la idea;  hoy es una realidad, desgraciadamente casi en desuso también, el email es reemplazado por el WhatsApp.  Ya nadie lee más de 10 líneas.
Hace cuarenta años, comenzamos a rentar películas y verlas en casa y hasta podíamos comprar las preferidas y verlas todas las veces que quisiéramos, hoy tenemos que pagar mensualidades para acceder a "streaming" para ver películas y hasta las puedes bajar para guardar en algo que nadie sabe exactamente que será de ello más adelante llamado "la nube", hasta el nombre me parece efímero e intangible.
Lo más triste para mí fue el despojo de la música. Pasamos de los discos de vinilo que con unas buenas bocinas, tenían una fidelidad de sonido hermoso, luego llegó el casete para pasar al disco duro y el mp3 perdiendo gran parte del sonido original, pero por lo menos podías guardar en un solo aparato (el iPod) buscar y poner tu música.  Hoy tenemos también plataformas de streaming para escuchar musica, pero me han complicado la existencia porque no he logrado guardar la música y encontrarla después, aquí sí que comencé a hacer berrinches.
Caí en cuenta de que la juventud ahora es "minimalista" a tal grado que no tienen nada y no quieren nada. 

  • No tienen cartas guardadas en un cajón, ni saben lo que es una carta o el cartero, solo el código postal para las compras por internet.
  • No tienen álbumes de fotos para sentarte y disfrutar de los momentos plasmados, solo tienen el momento del día en el celular, que pasan y luego se olvidan de él.
  • No tienen las hermosas tapas de los discos de vinilo ni la de los discos compactos o casetes.
  • No tienen sus películas preferidas en casete
  • No tienen libros físicos y hermosas portadas 
  • Quisieran no tener compromiso alguno como el matrimonio o los hijos.
  • Lo que sí tienen es una tarjeta de banco para pagar los streaming de películas, musica, entregas a domicilio etc. 

   Es decir todo lo que no tienen yo lo tuve en mis diferentes edades y hasta hoy, me había podido adaptar con singular alegría a todas las novedades tecnológicas, todo lo que es visual se me facilita, pero el tema de la música no siempre es visual, hay una serie de botones que no tengo interés en ver y me aburren y hoy vino a mí otro tema en el que tuve poner dedicación y tiempo; la lectura. El iPad había sustituído un montón de papeles además que comprar libros digitales sale muchísimo más barato, sin embargo, alguna vez que se fue la luz, me consolé diciendo bueno me pondré a leer en mi iPan mientras llega la luz, tiene luz propia y ahí están mis libros.  ¡Oh sorpresa! el libro que quería leer estaba en la nube para ahorrar espacio en el iPad y mi batería se estaba agotando.  Mi frustración fue tal que decidía que lo mejor sería comprar los libros físicos.  Me fui a Gandhi y pedí los tres libros que quería y cuando llegué a la caja casi me da un infarto de la suma a pagar.  Fue entonces cuando alguien me mostró un Kindl, ligerísimo, chiquito, fácil de llevar a todos lados y comencé mi pesquisa ciertamente me tarde solo un día para entrar de nuevo a la vorágine de las nuevas tecnologías.  Por la noche pedí por  Amazon el "nuevo aparato" (sic) Kindl y por la mañana ya lo tenía en mi puerta y me tendría que pasar el día buscando como manejarlo y hoy estoy leyendo mi primer libro en Kindl "El sabotaje amoroso" de Amélie Nothomb.  No pude bajar el que me enviaron de manera gratuita pero espero conocer el secreto uno de estos días, lo que sí vi es que el libro estaba muy barato y decidí comprarlo, hoy lo estoy disfrutando

    Tendré 72 años y como si acabara de nacer hoy todo me maravilla, lo gozo, aprendo y me recreo en haber vivido estos cambios tan maravillosos y desde luego, hacerlos míos.  Uno nunca acaba de aprender.

 



1 comentario:

Anónimo dijo...

Aprendemos gracias a ese gran cerebro que tenemos que nos permite hacer nuevas conexiones
nerviosas hasta la muerte y eso se llama plasticidad cerebral