viernes, 1 de agosto de 2008

El Asombro sorprendido

En 1983 y 1984, Marcos y la leyenda del Subte, aún no existían. Existía la mera indignación y de mi parte el asombro y las enormes ganas de decirle al chamula en el piso ¡Carajo, levántate y defiéndete!


El grupo al que, era un grupo sobre todo dedicado a la educación y formación de todos. Los sábados y domingos íbamos a las comunidades y hacíamos asambleas, interminables, porque se hablaba en tzoltzil y se traducía, algunas veces se hablaba de las condiciones de vida, otras hacíamos círculos de estudio para repasar la historia del México prehispánico.


Alguna vez me tocó dirigir el grupo de la historia del grupo "mayense", al que pertenecía la mayoría, el asombro me sorprendió al escuchar las palabras de Juan: -¿Quieres decir licenciada que todos nosotros somos como primos? ¿entonces, porqué pelamos entre nosotros? Durante la colonia para dividir las encomiendas las vestimentas habían sido una imposición, para distinguir los trabajadores que pertenecían a cada encomienda y en la actualidad peleaban territorio y diferencias vanales pensando que eran grupos diferentes. Sus vestimentas lo eran al acomodo del colonizador.


En otra ocasión, al encontrarnos en la plaza, Juan me sorprendió diciéndome:


- Me engañaste. Al preguntarle el por qué, contestó: - Me dijiste que nos veíamos a las tres, son las tres y cuarto. Gooool, la palabra del indio era bendita y yo simple mortal sin visos de alcurnia alguna había fallado a mi palabra. Pero también había aceptación como el día que me dijo: - Licenciada, tu me gustas, porque no hablas de vois ?#¡? Después entendí que no hablar de vois era no hablar como los curas españoles que comenzaban discursos amenazadores con vois sois y tampoco como los "coletos" que les hablaban de vos.


Realmente tuve que poner mi cerebro al revés para entender el mundo a los ojos de los indígenas. Para ellos el mundo estaba lleno de sentido. Los altos de Chiapas son parte de una cordillera, así que a donde mires estás limitado por grandes montes, yo me sentía restringida hasta que ellos me explicaron el mundo: "detrás de esa montaña es el fin del mundo... aquella gran montaña señala hacia donde tiene que ir tu verdad...


El lenguaje tiene un peso específico, el simple saludo está lleno de sentimiento, la traducción literal sería ¿que dice tu corazón? Objetos y sujetos mortales son la misma cosa, es el árbol el que se relaciona contigo, el homocentrismo occidental (palabreja inventada por mí, no quiero ser pretenciosa pero no se si exista) no alcanza dentro de su forma de hablar.


Es curioso pero dentro de esos seres ingenuos hay muchos con los ojos muy negros en donde se puede reflejar cualquier cosa, aún llegas a verlos claros cuando reflejan la luminosidad de un día soleado. Los ojos negros son raros, pero entre los mayas y en general en todas las etnias de méxico son más comunes.


En esa tierra descubrí también dos cosas muy importantes, que parece vanales pero para mí significaron mucho, la primera el pasar de las estaciones, que en la gris ciudad donde vivía poco se distinguían y la otra fue la siembra del maíz, ¡coño! con razón adoraban esa planta. Para sembrarla es sumamente tedioso y laborioso y cuando nace solo te da una o dos mazorcas cada planta. Carajo, yo también comencé a adorarla.

Mi asombro era tal, que mis compañeros "intelectuales de izquierda" en la ciudad solían calmarme cuando hablaba de Chiapas comenzando siempre con nos engañaron el México profundo existe y está presente... y siempre era la misma respuesta: "ya, no es para tanto..." aunque esa respuesta quedó aplastada el primero de diciembre de 1994, cuando la rebelión zapatista se hizo presente, pero para ese entonces yo estaba ya muy alejada de esa realidad.
Las mujeres fueron mis grandes maestras, pero esa es otra historia.
Pero desde aquí mi reconocimiento y admiración al diario cotidiano que vivimos las mujeres.