domingo, 14 de septiembre de 2008

Laberinto de Poderes

Todos tenemos poder, de eso estoy convencida. El tan llevado y traído libro de moda, "El Secreto", intenta ser un acercamiento a esa verdad. El poder interior es indestructible e inasequible para otros, solo es nuestro. Sin embargo, la estulticia humana, sobrepasa cualquier lógica y por tanto inventamos un poder superior a nosotros ya sea terrenal o celestial.
El poder terrenal nos subyuga y apasiona. Les otorgamos poderes con investiduras a cualquiera y por cualquier cosa. Los pretextos son varios, el hecho es que confundimos la investidura con el carácter y objetivo del poder.
Recuerdo haber leído "Un rey escucha" en la colección de cuentos del libro "Bajo el Sol jaguar" de Italo Calvino que describe maravillosamente como el rey convierte su trono en una cárcel: "Toda tentativa tuya por salir de la jaula está destinada al fracaso: es inútil que te busques a ti mismo en un mundo que no te pertenece, que tal vez no existe. Para ti sólo existe el palacio, las grandes bóvedas resonantes, los turnos de los centinelas, los tanques que hacen rechinar el pedregullo, los pasos apresurados..." Este pobre hombre que se encuentra en la silla del trono, le es imposible moverse, porque al hacerlo, otro se sentaría en su lugar, por lo tanto tiene que aguzar su oído para saber que es lo que acontece.
Como humanos nos corroe el deseo de tener un poder, EL poder sobre otros. Sin embargo poco pensamos en el precio tan alto que se paga por ejercerlo y las horribles tentaciones en las que podemos caer cuando se tiene, independientemente de que forma parte de nuestro imaginario. En realidad pregúntome ¿tengo realmente poder sobre otros?
La soledad en esas circunstancias es garantizada, el que ejerce el poder está en absoluta soledad, ni siquiera se es merecedor de compasión. Además de perder toda libertad, por eso digo yo, ¿no estamos fuera de la lógica? ¿Quien bajo esas circunstancias quiere un poder terrenal? Y sin embargo todos sucumbimos ante el control de un territorio por magro que este sea. Desde los grandes reyes, hasta el pequeño papel que desempeñamos en una simple oficina u organización.
Y luego viene lo más hilarante, cuando nos creemos importantes porque hemos hablado o rosado el brazo del que tiene poder, como si este se transfiriera por ósmosis. ¿No es tan ilógico que llama a carcajadas?
No creo en la famosa frase de Lord Acton: "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente" No es el poder el que corrompe, es quien lo ejerce que es corrupto. Corruptos hay hasta en una ventanilla de atención a ciudadanos o en el barrendero de la esquina.