jueves, 19 de junio de 2008

Son las cuatro de la mañana

Nunca estoy dispuesta a ser vencida por una máquina, pero hoy después de una copa de vino, el cansancio venció a mi orgullo.
Algún día contaré como como el humano sufre con sus propias sombras y muchas veces ellas que parecen lo más oscuro del alma resultan ser el aliciente que te lleva a nuevas metas.
Curioso es que creamos que el hombre bueno se va al cielo, más bien creo que el hombre bueno, además de que no existe, quien lo intenta emular, suele ser flojo y sin motivaciones.
Vencida por el cansancio voy a la cama, no sin antes decir que hoy hubiera preferido hablar sobre mistisismo. Comprendo las razones del por qué el místico se oculta o prefiere gardarse sus experincias, extraño sería que lo entendieran en su perpetuo enamoramiento y sin embargo y sin quererlo alcancé hoy a descubrir una parte del misterio, justamente en la sombra del orgullo.
Bien dice Pita Amor:
Es la soberbia, Dios mío,
la que me está haciendo hablar,
¿por qué insisto en descifrar
el ser, la luz, lo sombrío?
Si sólo existe el vacío,
no es a mí a quien me toca
volver mi cabeza loca
tratando de entender todo.
Este orgullo de mi lodo
sólo con fe se sofoca.

1 comentario:

Sk dijo...

Ay mi Sama, el vino apendeja mucho, no me extraña que se le tenga tanta afición. Yo he tardado años en domar mi paladar para que lo consienta, pero al final lo he conseguido un poco. Eso sí, como soy Emperatrizísima y Aristocrática, tiene ue ser vino bueno, no me sirve el corriente. No tengo ni puta idea de cual es la diferencia, ni tampoco estoy muy interesada en indagar en los matices enológicos, que siempre me han parecido una tonteria y una pedantería.

Por qué digo yo, el vino es pa beberlo, ¿no? Pues joder, todo lo que entra por la boca se juzga de dos maneras sencillas: o ta rico, o no tá rico. El resto son pajas mentales al que al ser humano le encanta extirar hasta conseguir que todo el mundo las considere trascendentales.

Pero bueno, reconozco que a pesar de paladar bruto, el vino que mejor me sabe es el bueno. Qué una cosa es ser ignorante y otra muy distinta tonta e ignorante a la vez.

Para mi el vino es algo comunal, de sobremesa, para charlar con amigos despues de una comida y sin extender demasiado la conversación. El vino me apendeja mucho y la brillantez mental que otorga es fugaz y no se mantiene por mucho rato.

Prefiero más el whiskey. Su sabor de madera me encanta y ese picor que da en la garganta me gusta. El whiskey se hace notar apenas roza la lengua y se siente perfectamente su trayectora hasta el estómago. El whiskey es lento en subir a la cabeza pero cuando llega, te la inutiliza del todo.

Además el whiskey es una bebida como solitaría y de monólogo interior. Y a mí que me encanta la divagación lo hecho de menos muchas veces. En mi casa no se suelen comprar bebidas alcohólicas y nunca hay nada con lo que refrescar el gaznate.


Bueno mi Sama, te he dejado mi divagación y eso que no tengo whiskey. No tiene que ver con lo que has escrito pero bueno, es mi parte merluza que se manifiesta constantemente.

Por cierto, el poema es precioso.

Chaos.