miércoles, 30 de julio de 2008

La Universidad

Entrar a la Universidad, realmente significó un cambio de vida y de visión de vida. Recuerdo haber entrado en un momento de vulnerabilidad y fragil salud, tal vez eso me ayudó a socavar mi soberbia e irme integrando poco a poco. Recuerdo ese tiempo como de perpetua perplejidad. Todo aquello que había establecido como seguro, se iba derrumbando poco a poco. Era como si siempre me hubieran engañado. La vida estaba ahí, al alcance de mi mano y yo me había mantenido a resguardo en una burbuja ficticia. Afortunadamente encontré una mano amiga, alguien tan vulnerable como yo que a la vez estaba descubriendo ese mundo del que habíamos sido arrancados por manos piadosas, monjas, sacerdotes, desamores y familias protectoras. Con él llené todas las expectativas, conocer, aprender, argumentar, comprender y viajar por mi país, pueblar, descubrir las artesanías como verdadero arte y expresión de la sensibilidad de un pueblo, tomar cafés en las plazas frente a catedral y con los ojos en las últimas noticias que comentábamos con un sentido del humor que solo pertenecía a nuestra muy especial relación.
Ahí por primera vez vi canalizada mi rebeldía en las lecturas. Me encontré con palabras como explotación, lucha de clases, contradicción, dialéctica, cambio revolucionario y conciencia social. Continuaba en la postura de la burguesía sin incomodarme y los revolucionarios de mochila, greñudos y del CCH, comenzaban a aceptarme a pesar de tacharme de "aprendiz de burguesa" De nuevo, como cuando comencé a dar clases, me sentaba bien el papel. Era mayor que la mayoría y esa era una ventaja para no caer en provocaciones inútiles.
Al terminar la Universidad terminó también mi relación con el salvador del momento, en el inter había entendido que había una fascinación de mi parte por el campo mexicano, su cultura, tradición y forma de vida. Me dicidí por la Sociología Rural, de la misma manera que decidí casarme para acallar las voces que me exigían definiciones. ¿Que especialidad vas a tomar? ¿no te vas a casar? ¿no piensas tener hijos? etc.
Definida al fin, entré al mundo adulto estrenándome como madre y mudándome a la "provincia" mexicana. El marido tendría que hacer su servicio en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y hacia ya nos dirigimos y ese si que fue un cambio importante. Todo lo anterior sonaba a juego ante la ingente realidad incontrolable de mi vida. Al mismo tiempo que tenía que adaptarme a la cotidianidad con una hija, tenía que buscar como sostenernos económicamente y así fue como pensé poner en práctica "la sociología rural", que de nada me sirvió, pero entré en la fantasmagórica alegoría de la idiosincrasia del indio mexicano.

1 comentario:

Sk dijo...

Mi Sama, esa coraza cangreja como te cuesta quitarla. De lao a lao, pero al final, pa´lante.

¿De qué estabas enferma? De estupor y asombro, seguramente.

Ay mi Sama, el día que les faltes tú y las ganas de comer...


Este posteo está de putísima madre.